1 dic 2013

FIESTAS PATRONALES EN LA PURISIMA.

 
Solemnes Fiestas en honor 
A La Purisima Concepción.
Del 06 al 08 de Diciembre de 2013
La Purisima Apozol, Zacatecas.

Actos del día

6:00 p.m. Peregrinación
7:00 p.m. Misa
8:00 p.m. Teatro del Pueblo

Día de la Fiesta 08 de Diciembre
6:00 a.m.  Mañanitas
12:00 hrs. Misa de Primeras comuniones
5:30 P.m.  Peregrinación
6:30 P.m   Misa de la fiesta
Por la noche, teatro del pueblo, Música y castillo.

Comunidad de la Purísima
Sr. Cura Jorge Pedro Morán
Sr. Pbro. Diego Armando Villanueva

25 nov 2013

DOCENARIO GUADALUPANO
EN LA PARROQUIA DE 

SANTA MARÍA MAGDALENA.
DEL 01 AL 12 DE DICIEMBRE DE 2013
CERRITO DE APOZOL, ZACATECAS.


TODOS LOS DÍAS DEL DOCENARIO.
8:00 A.M.    MISA EN EL TEMPLO PARROQUIAL
8:30 A.M.    REZO DE LAUDES
4:00 P.M.     PEREGRINACIÓN
5:00 P.M.     MISA EN EL CERRITO
8:00 P.M.     MISA DE VELACIÓN EN EL BARRIO

ACTOS ESPECIALES.
DOMINGO 01 DE DICIEMBRE.
12:00 HRS. MISA A LA DIVINA PROVIDENCIA,
EN EL TEMPLO PARROQUIAL DE APOZOL.

MIÉRCOLES 11 DE DICIEMBRE.
8:00 P.M.  MISA DE VÍSPERA DE LA FIESTA.
DESPUÉS MÚSICA, SERENATA Y CONVIVIENCIA
EN EL ATRIO DE NUESTRO TEMPLO PARROQUIAL.

JUEVES 12 DE DICIEMBRE
12:00 HRS. MISA DE UNCIÓN DE ENFERMOS
EN EL TEMPLO PARROQUIAL DE APOZOL.

MISAS DE VELACIÓN 8:00 DE LA NOCHE.
01    FRACCIONAMIENTO LAS CABAÑAS     
03    COLONIA MÉXICO
04    OJO DE AGUA    
05    BARRIO DE LA PRESA
06    BARRIO DE ABAJO
07    RANCHO NUEVO
08    BARRIO DE LOS VÁZQUEZ
09    BARRIO DE LA SANTA CRUZ
10    BARRIO DEL CENTRO
11    TEMPLO PARROQUIAL

PERSONAS QUE TOMAS LAS INTENCIONES.
01    FAMILIA GONZÁLEZ ROBLES
02    JOSÉ CALZADA Y FAMILIA
03    FAMILIA MACÍAS BAÑUELOS
04    FAMILIA JÁUREGUI SERRANO
        RUBÉN JÁUREGUI (+)
05    JOSÉ LUIS Y CUCA HERNÁNDEZ Y FAM
        FAMILIA HERNÁNDEZ FIGUEROA
        FAMILIA HERNÁNDEZ QUEZADA
06    FAMILIA CORTÉS JÁUREGUI
        GILBERTO CORTÉS BAÑUELOS (+)
07    FAMILIA SERNA PADILLA
        POR LA SALUD DE FELIPE SERNA
        J. GUADALUPE SERNA (+)
08    FAMILIA ESCOBEDO HERNÁNDEZ
09    FAMILIA BAÑUELOS RÍOS
        MARÍSA, MARÍA Y JOSÉ BAÑUELOS (+)
10    FAMILIA MORA JUÁREZ
        ROMÁN Y JOSÉ MORA (+)
11    FAMILIA MERCADO JACOBO
12    12:00 HRS.  FAMILIA ESCORCIA AVILA
12    05:00 P.M.    TODO EL PUEBLO DE APOZOL

PEREGRINACIONES DE BARRIOS Y GRUPOS.

DOMINGO  01       
COMUNIDADES DE APOZOL y CATEQUISTAS DE TODA LA PARROQUIA
LUNES   02       
FRACCIONAMIENTO LAS CABAÑAS, NIÑOS Y NIÑAS, CENTRO DE CATECISMO
MARTES   03       
COMERCIANTES, GUAYABEROS Y GANADEROS, MATRIMONIOS Y ALVENIA MATRIMONIAL
MIERCOLES   04       
COLONIA MÉXICO y MINISTROS EXTRAORDIANARIOS DE LA COMUNIÓN
JUEVES   05   
COLONIA DEL OJO DE AGUA, CURSILLISTAS Y ACÓLITOS 
VIERNES   06       
BARRIO DE LA PRESA, ADORACIÓN NOCTURNA Y LITÚRGIA
SABADO   07       
BARRIO DE ABAJO, JOVENES, GRUPOS SHALOM Y ALVERNIA
DOMINGO   08       
RANCHO NUEVO, ADOLESCENTES Y GRUPO JESÚS ES MI AMIGO
LUNES   09       
BARRIO DE LOS VAZQUEZ, CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN
MARTES   10       
BARRIO DE LA SANTA CRUZ, RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA
MIÉRCOLES   11       
BARRIO DEL CENTRO, COROS Y PLÁTICAS PRE-MATRIMONIALES
JUEVES   12   
TODA LA COMUNIDAD PARROQUIAL, PUEBLO, GRUPOS Y MOVIMIENTOS

DÍA DE LA FIESTA EN APOZOL.
 5:00 A.M.  MAÑANITAS CON MARIACHI EN EL CERRITO
 6:00 A.M.  MISA EN EL CERRITO
 8:00 A.M.  MISA EN EL TEMPLO DE APOZOL
12:00 HRS.MISA DE UNCIÓN DE ENFERMOS
  4:00 P.M.  PEREGRINACIÓN DE TODO EL PUEBLO PARTIENDO DEL ATRIO PARROQUIAL.
                   AL CERRITO.
  5:00 P.M.  MISA SOLEMNE DE LA FIESTA BENDICIÓN DE LAS ROSAS Y NIÑOS.
10:30 P.M.  CASTILLO Y TORITO

MISAS DEL DÍA 12 EN LAS COMUNIDADES.
  6:00 A.M.  BARRIO DE SAN FRANCISCO
  7:00 A.M.  LA TIRICIA
  9:00 A.M.  EL CAPULINCITO
10:30 A.M.  LA PALMA CUATA
11:00 A.M.  COLONIA MADERO
12:00 HRS. COLONIA JUÁREZ
  6:00 P.M.   SAN ISIDRO
  7:00 P.M.   LA PURÍSIMA
  7:00 P.M.   SAN MIGUEL
  8:00 P.M.   EL TULE

SERVIDORES DE LA COMUNIDAD
SEÑOR CURA JORGE PEDRO MORÁN
PRESBÍTERO DIEGO ARMANDO VILLANUEVA GUZMÁN
EQUIPO CORDINADOR BÁSICO.

15 oct 2013

DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES



DOMINGO 20 DE OCTUBRE DE 2013,
DIA MUNDIAL DE LAS MISIONES
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2013


Queridos hermanos y hermanas:

Este año celebramos la Jornada Mundial de las Misiones mientras se clausura el Año de la fe, ocasión importante para fortalecer nuestra amistad con el Señor y nuestro camino como Iglesia que anuncia el Evangelio con valentía. En esta prospectiva, quisiera proponer algunas reflexiones.

1. La fe es un don precioso de Dios, que abre nuestra mente para que lo podamos conocer y amar, Él quiere relacionarse con nosotros para hacernos partícipes de su misma vida y hacer que la nuestra esté más llena de significado, que sea más buena, más bella. Dios nos ama. Pero la fe necesita ser acogida, es decir, necesita nuestra respuesta personal, el coraje de poner nuestra confianza en Dios, de vivir su amor, agradecidos por su infinita misericordia. Es un don que no se reserva sólo a unos pocos, sino que se ofrece a todos generosamente. Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación. Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia. «El impulso misionero es una señal clara de la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto XVI, Exhort. ap. Verbum Domini, 95). Toda comunidad es “adulta”, cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a las “periferia”, especialmente a aquellas que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.

2. El Año de la fe, a cincuenta años de distancia del inicio del Concilio Vaticano II, es un estímulo para que toda la Iglesia reciba una conciencia renovada de su presencia en el mundo contemporáneo, de su misión entre los pueblos y las naciones. La misionariedad no es sólo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los “confines” de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destacó de manera especial cómo la tarea misionera, la tarea de ampliar los confines de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas: «Viviendo el Pueblo de Dios en comunidades, sobre todo diocesanas y parroquiales, en las que de algún modo se hace visible, a ellas pertenece también dar testimonio de Cristo delante de las gentes» (Decr. Ad gentes, 37). Por tanto, se pide y se invita a toda comunidad a hacer propio el mandato confiado por Jesús a los Apóstoles de ser sus «testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8), no como un aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los obispos, a los sacerdotes, a los consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensión misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostólico no está completo si no contiene el propósito de “dar testimonio de Cristo ante las naciones”, ante todos los pueblos. La misionariedad no es sólo una dimensión programática en la vida cristiana, sino también una dimensión paradigmática que afecta a todos los aspectos de la vida cristiana.

3. A menudo, la obra de evangelización encuentra obstáculos no sólo fuera, sino dentro de la comunidad eclesial. A veces el fervor, la alegría, el coraje, la esperanza en anunciar a todos el mensaje de Cristo y ayudar a la gente de nuestro tiempo a encontrarlo son débiles; en ocasiones, todavía se piensa que llevar la verdad del Evangelio es violentar la libertad. A este respecto, Pablo VI usa palabras iluminadoras: «Sería... un error imponer cualquier cosa a la conciencia de nuestros hermanos. Pero proponer a esa conciencia la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer... es un homenaje a esta libertad» (Exhort, Ap. Evangelii nuntiandi, 80). Siempre debemos tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio, Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación, y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos, hasta los confines de la tierra. Con frecuencia, vemos que lo que se destaca y se propone es la violencia, la mentira, el error. Es urgente hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio con el anuncio y el testimonio, y esto desde el interior mismo de la Iglesia. Porque, en esta perspectiva, es importante no olvidar un principio fundamental de todo evangelizador: no se puede anunciar a Cristo sin la Iglesia. Evangelizar nunca es un acto aislado, individual, privado, sino que es siempre eclesial. Pablo VI escribía que «cuando el más humilde predicador, catequista o Pastor, en el lugar más apartado, predica el Evangelio, reúne su pequeña comunidad o administra un sacramento, aun cuando se encuentra solo, ejerce un acto de Iglesia»; no actúa «por una misión que él se atribuye o por inspiración personal, sino en unión con la misión de la Iglesia y en su nombre» (ibíd., 60). Y esto da fuerza a la misión y hace sentir a cada misionero y evangelizador que nunca está solo, que forma parte de un solo Cuerpo animado por el Espíritu Santo.

4. En nuestra época, la movilidad generalizada y la facilidad de comunicación a través de los nuevos medios de comunicación han mezclado entre sí los pueblos, el conocimiento, las experiencias. Por motivos de trabajo, familias enteras se trasladan de un continente a otro; los intercambios profesionales y culturales, así como el turismo y otros fenómenos análogos empujan a un gran movimiento de personas. A veces es difícil, incluso para las comunidades parroquiales, conocer de forma segura y profunda a quienes están de paso o a quienes viven de forma permanente en el territorio. Además, en áreas cada vez más grandes de las regiones tradicionalmente cristianas crece el número de los que son ajenos a la fe, indiferentes a la dimensión religiosa o animados por otras creencias. Por tanto, no es raro que algunos bautizados escojan estilos de vida que les alejan de la fe, convirtiéndolos en necesitados de una “nueva evangelización”. A esto se suma el hecho de que a una gran parte de la humanidad todavía no le ha llegado la buena noticia de Jesucristo. Y que vivimos en una época de crisis que afecta a muchas áreas de la vida, no sólo la economía, las finanzas, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, sino también la del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, comunión; anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación; anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien. El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede darle. Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la esperanza que se nos da por la fe. La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor. La Iglesia –lo repito una vez más– no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién guía a la Iglesia en este camino.

5. Quisiera animar a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo, y estoy agradecido especialmente a los misioneros y misioneras, a los presbíteros fidei donum, a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos –cada vez más numerosos– que, acogiendo la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diferentes de las suyas. Pero también me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad –no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad– llevando la frescura y el entusiasmo con que estas viven la fe que renueva la vida y da esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones» (Mt 28,19) es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia. Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. Invito también a los obispos, las familias religiosas, las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visión de futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para fortalecer la comunidad cristiana.Y esta atención debe estar también presente entre las iglesias que forman parte de una misma Conferencia Episcopal o de una Región: es importante que las iglesias más ricas en vocaciones ayuden con generosidad a las que sufren por su escasez. Al mismo tiempo exhorto a los misioneros y a las misioneras, especialmente los sacerdotes fidei donum y a los laicos, a vivir con alegría su precioso servicio en las iglesias a las que son destinados, y a llevar su alegría y su experiencia a las iglesias de las que proceden, recordando cómo Pablo y Bernabé, al final de su primer viaje misionero «contaron todo lo que Dios había hecho a través de ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles» (Hch 14,27). Ellos pueden llegar a ser un camino hacia una especie de “restitución” de la fe, llevando la frescura de las Iglesias jóvenes, de modo que las Iglesias de antigua cristiandad redescubran el entusiasmo y la alegría de compartir la fe en un intercambio que enriquece mutuamente en el camino de seguimiento del Señor.

La solicitud por todas las Iglesias, que el Obispo de Roma comparte con sus hermanos en el episcopado, encuentra una actuación importante en el compromiso de las Obras Misionales Pontificias, que tienen como propósito animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea reclamando la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo.

Por último, me refiero a los cristianos que, en diversas partes del mundo, se encuentran en dificultades para profesar abiertamente su fe y ver reconocido el derecho a vivirla con dignidad. Ellos son nuestros hermanos y hermanas, testigos valientes –aún más numerosos que los mártires de los primeros siglos– que soportan con perseverancia apostólica las diversas formas de persecución actuales. Muchos también arriesgan su vida por permanecer fieles al Evangelio de Cristo. Deseo asegurarles que me siento cercano en la oración a las personas, a las familias y a las comunidades que sufren violencia e intolerancia, y les repito las palabras consoladoras de Jesús: «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33).

Benedicto XVI exhortaba: «Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada» (2 Ts 3, 1): que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero» (Carta Ap. Porta fidei, 15). Este es mi deseo para la Jornada Mundial de las Misiones de este año. Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras, y a todos los que acompañan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos “la dulce y confortadora alegría de evangelizar” (Pablo VI, Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80).

Vaticano, 19 de mayo de 2013, Solemnidad de Pentecostés

PAPA FRANCISCO